Basajarau

Basajarau: la leyenda del “Señor de los Bosques”

En la mitología vasca destaca un personaje que, por su descripción y atributos humanos, ha despertado el interés de antropólogos y criptozoólogos. El Basajaun (como lo llaman en el País Vasco) es conocido como “el señor del bosque”. Esta criatura también habitaban en los bosques de Navarra y en los valles aragoneses de Tena, Ansó y Broto (en estos lugares recibe el nombre de Basajarau, Bonjarau o Bosnerau).

Aunque en la mayoría de los relatos, Basajarau aparece como protector de los rebaños, en otros se refieren a esta criatura como un genio terrorífico de fuerzas colosales.  Por  otro lado, en algunas tradiciones orales también se refieren a la Basandere, compañera femenina del Basajarau y de similar aspecto y comportamiento.

¿Mito o leyenda?

Esta criatura existe en la mitología vasca (el Basajarau forma parte del grupo de gigantes de la montaña junto con Tartalo y los Gentiles –Jentilak-) así como en la aragonesa. La creencia en el Basajarau es anterior a la invasión romana de la Península Ibérica. El Basajarau habita en lo más profundo de los bosques o en cavernas situadas en lugares altos; se trata de una criatura humanoide dotada de ciertos poderes sobre las fuerzas de la naturaleza.

Con forma humana, de gran tamaño y con pelo que le cubre todo su cuerpo (se le describe con una melena larga que le llega hasta los pies), a esta criatura se le considera protectora de los rebaños, ya que a través de silbidos avisaba a los animales de la llegada de tormentas o de la presencia de lobos. Según la leyenda, los pastores saben de su presencia porque el ganado hace sonar al unísono los cencerros, señal de que pueden estar tranquilos porque el Basajarau protegerá sus rebaños. A cambio, el Basajaun sólo pide un trozo de pan, que recogerá cuando el pastor  no esté con el rebaño.

Al Basajarau se le atribuye la responsabilidad de transmitir a los humanos los secretos de la agricultura (como, por ejemplo,  el cultivo del trigo), la fabricación y el uso de utensilios como la sierra y el molino o el trabajo en hierro.

Basajarau

La Leyenda de San Martinico

San Martinico consiguió mediante tetras descubrir todos los secretos que el Basajarau conocía sobre la agricultura y herrería, secretos que divulgó al resto de la humanidad. El Basajarau tenía montones de trigo guardados para sembrar sin que el ser humano fuera conocedor de tal forma de cultivo. Un día, San Martinico, apostó con estas criaturas que era capaz de saltar por encima de los enormes montones de trigo. No fue capaz, pero en sus botas cayeron algunos granos de cereal. El ser humano conoció de esa forma el cereal, pero no sabía cuándo sembrarlo. Fue entonces cuando San Martinico volvió a la cueva donde habitaban los Basajaun y escuchó una canción que provenía de las profundidades de la cueva y que le hizo conocedor de algunas técnicas de agricultura:

“Si los hombres supieran esta canción, bien se aprovecharían de ella: al brotar la hoja, siémbrese el maíz; al caer la hoja, siémbrese el trigo; por San Lorenzo, siémbrese el nabo”.

San Martinico se sirvió de tretas para conseguir más información sobre los secretos que guardaban estas criaturas. Así, para conocer cómo se fabricaba una sierra mandó a un niño a la cueva de éstas, haciéndole afirmar que ya sabía cómo fabricar este utensilio. Uno de los Basajarau le dijo que San Martinico se debió haber fijado entonces en la hoja de castaño. Así fue como éste se enteró indirectamente de la fabricación de las herramientas que se usaban para trabajar la madera. En un intento de estropear la sierra que fabricó San Martinico, un Basajarau acudió una noche a la casa de éste y torció los dientes de la sierra. En vez de inutilizarla, lo que hizo fue mejorarla e inventar así la sierra triscada.

Con tretas similares, San Martinico descubrió cómo soldar el hierro con el acero o que el eje del molino debía ser un eje de aliso y no de roble para que no se desgastase tan fácilmente.

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