Vida sobre las rocas: Las siete faus

Desde el siglo XX se conoce como las siete faus (hayas) conjunto de siete hayas que asombrosamente crecieron encima de un montículo rocoso. Como vemos, los árboles buscan más agua en dirección al suelo, salvando las duras rocas. Con el paso de los años, van muriendo por su situación.

Hace muchos años, quedaban cinco hayas. Entre el año pasado y este año han caído dos. Ya sólo quedan dos árboles uno de ellos está en un estado lamentable.

Las siete faus

Este curioso conjunto se halla a escasos centenares de metros de la Pradera de Ordesa, por el camino habilitado a personas con discapacidad física.

Para conocer esta delicia de la naturaleza podemos realizar una ruta clásica que nos lleva desde el parking de la Pradera hasta la más espectacular de las cascadas: la Cola de Caballo, pasando por lugares tan interesantes como los grandes y sombríos hayedo-abetales, el Bosque de las Hayas, las cascadas de Arripas, la Cueva y del Estrecho, sin olvidar las gradas y el circo de Soaso. Todo ello siempre con la presencia del río Arazas como protagonista y dueño del valle.

Hasta el lugar de salida puede llegarse en autobús desde Torla. El regreso se hace por el mismo sendero con la posibilidad de pasar a la otra margen una vez dejada atrás la cascada de la Cueva por el puente de Arripas. Al fondo de este parking, conocido como la Pradera de Ordesa, sale el camino de Soaso, nuestra ruta a seguir. Las indicaciones son correctas y nos van introduciendo en los diversos hitos a visitar. A la izquierda los pinares que bajan del Gallinero (Faja Racón) y al fondo la Fraucata.

Por encima de los bosques las fajas calcáreas y verticales parecen ceñir los grandes macizos. Por la base de estos paredones, suelen circular senderos por otra parte sin apenas desnivel en su trazado bajo la faja.

La primera de las cascadas: Arripas o del Abanico. Deberemos abandonar el sendero brevemente para acudir al mirador y apreciarla mejor para después retornar.

Posiblemente la más espectacular de las tres sea la del Estrecho, es la más alta y dispone hasta de tres miradores para poder disfrutarla mejor, en este caso desde el observatorio inferior.

Una vez visitadas las tres cascadas debemos retroceder buscando el sendero principal. Nos adentramos otra vez en el hayedo-abetal pero estos últimos van perdiendo presencia hasta quedar el conocido Bosque de las Hayas.

La considerable elevación  que vamos alcanzando hace que los árboles vayas desapareciendo, abriéndose el valle a la luz del mediodía y llenándose las márgenes de del amplio sendero de multitud de flores.

Sobre los 1.700 m de altitud aparecen unos grandes escalones rocosos que debemos salvar con algo más de esfuerzo a la vez que el Arazas se descuelga por ellos formando repetidas cascadas y rápidos. Son las Gradas de Soaso.

Superados el jalón anterior aparecen las praderas de alta montaña salpicadas de pino negro principalmente, único árbol en la zona que aguanta hasta los 2.000 m incluso algo más. El sendero aparece trazado con grandes losas pidiendo los carteles su no abandono para evitar el daño de especies vegetales protegidas.

Un poco más adelante, aparece en todo su esplendor el Circo de Soaso, antiguo glaciar cerrado por las diversas fajas que confluyen en él y coronado por Monte Perdido (3.355 m).

Por fin, tras bordear un altozano, aparece la Cola de Caballo de Ordesa, perfectamente encajada entre las laderas del gran Tobacor, sierra Custodia y el macizo de Tres Serores, con Monte Perdido como insignia, coronando el lugar con sus nieves perpetuas que la alimentan tras el deshielo.

Entre grandes bloques podemos acercarnos a la misma base por la izquierda o por la derecha. Ambas márgenes del río están enlazadas por un pequeño puente. Momento de descaso, de recrearnos en el grandioso paisaje, de reponer fuerzas porque quedan unos 8-9 km hasta regresar a la Pradera si no volvemos a visitar las cascadas, en las que se pierde bastante tiempo en entrar y salir a la senda principal.

Unos paneles informativos no dicen que estamos frente al Circo de Cotatuero, del que baja el agua que forma la cascada de Cotatuero. A la derecha la muralla de Fraucata, a la izquierda la barrera que baja del Gallinero (Faja Racón), donde el herrero de Torla, Bartolomé Lafuente, instaló en 1881 unas clavijas por encargo de un cazador inglés que permiten salvar las verticales paredes.

Estamos llegando a la Pradera y a punto de volver a cruzar el río cuando encontramos este monumento natural como es la Piedra de las Siete Faus, roca de referencia sobre la que se dice crecían siete delicadas hayas cuando se fundó el Parque Nacional de Ordesa.

El avance hacia el este hace que nos situemos frente a las paredes del Gallinero. Los caprichos de la geología han querido que su forma recuerde a un libro abierto formado por areniscas de Marboré provenientes del arcaico fondo marino.

Nuestra senda coincide con la de los Cazadores por la que avanzamos hasta cruzar el río por el puente del mismo nombre. Sólo queda conectar con la Pradera en cuyo parking dispusimos el punto de salida.

Ordesa